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21 de febrero de 2011

Del hermano trágico del Rey...


Tras la biografía oficial de muchas figuras históricas o míticas se esconde una leyenda oscura y trágica casi difícil de creer… Este es el caso del actual monarca español. Probablemente no hallen con facilidad este tipo de historias en los libros de Jaime Peñafiel, por ejemplo, especializado más bien en culebrones muy entretenidos relacionados con las Casas Reales y uno de los biógrafos autorizados del rey. Pero quizás sí podamos sospechar algo a través de algunos libros casi censurados de alta temperatura polémica como el escritor con el famoso pseudónimo de "Patricia Sverlo": “Un rey golpe a golpe”. O el de Amando M. Inglés: “Juan Carlos I, el último Borbón”(subtitulado “Las mentiras de la monarquía española”). Este último escritor, fue también un importante coronel que entró en la Academia Militar de Zaragoza en 1953 -Juan Carlos I lo hizo también con 17 años en 1955, pues era la edad habitual de ingreso-. Incluso se ha escrito de forma muy bien documentada sobre la larga descendencia del bíblico rey David de Israel, añadiendo a esa lista genealógica de elegidos a muchos de los actuales miembros de la monarquía hispánica. Cuando Franco hablaba de esa conspiración judeo-masónica no sé francamente si se refería en serio también a ellos. El “Tío Paco” sigue desconcertando no poquicas veces a muchos… Apenas he leído todos estos libros y textos al igual que el de Francisco Badarán: “La democracia en España: engaño y utopía”... o el clásico del historiador inglés Paul Preston: “Don Juan Carlos, el Rey de un pueblo.” Últimamente, un autor llamado Abel Hernández viene a engrosar la lista de quienes sacan buen provecho de la figura del rey convencido incluso que sus nietos verán a “Doña Leonor” como reina de España... …
No obstante, al margen de lo que puedan o dejen de revelar de manera interesante estas obras sobre la figura del rey de todos los españoles, lo cierto es que existen una serie de hechos tristemente inéditos que tuvieron lugar un 29 de marzo de aquella Semana Santa Trágica del año 1956 en el tranquilo barrio residencial elegido por la familia real, concretamente “Villa Giralda” de Storil, localidad muy turística ubicada cerca de la capital de Portugal. Ha pasado ya un medio siglo largo desde entonces y si le preguntan a varios de sus mayores sobre este desafortunado lance escucharán más o menos la misma respuesta: “fue sólo un juego accidental entre chiquillos…”
Juan Carlos que contaba por aquel entonces con 18 años de edad jugaba con su hermano Alfonso De Borbón (tan sólo 3 años menor que él) al rutinario tiro al blanco con un pequeño revólver del calibre 22. Pistola que al parecer -según dicen algunos- les regaló el mismísimo Francisco Franco, el cual sabemos que trató a Juan Carlos con una especial predilección (¡vamos! que le nombró más tarde nada más y nada menos que su Sucesor…) Sin embargo, esta sospechosa adquisición se sigue calificando en buena parte más bien como un rumor más. Existen varias versiones o teorías (¡cómo no!) Una de ellas que consta como oficial cuenta que Alfonso limpiando el arma se disparó accidentalmente en la cara atravesándole la bala cerca del ojo. Otra versión que acabamos de mencionar fue la del intento de tiro muy torpemente accidental sobre una supuesta diana. La otra versión más verosímil habla de que el futuro rey de España apuntaba con cierta travesura infantil a su hermano creyendo que no estaba cargada y en un fallo imprudente en la acción de martillear el percutor sucedió lo peor. No resulta extraño este tipo de fatalidades con tan mala suerte incluso entre profesionales (aunque en estos casos por ejemplo tal vez no se debería perdonar ni la excusa), a pesar de que Juan Carlos llevaba casi un año recibiendo instrucción en la prestigiosa Academia General Militar de Zaragoza. Otra de las versiones más comúnmente aceptada también cuenta como Alfonso al regresar al patio después de buscar comida asustó tanto a su hermano que se hallaba justo apuntando a la puerta que disparó de forma instintiva a la cabeza; aunque todo parece ser que (según las versiones más oficiales de entonces) cuando Alfonso abrió la puerta golpeó con fuerza el codo de Juan Carlos que estaba detrás de ella, accionando así de manera fortuita el gatillo. Asimismo, se debe tener en cuenta también otro factor no menos importante como el violento efecto de retroceso o movimiento brusco de sacudida (a menor peso de la pistola más violenta resulta la sacudida y cuanto menor es el cañón también) que tienen esta clase de armas de fuego en el mismo instante de accionarse.
En cualquier caso no dejó de ser un homicidio involuntario en el mejor de los códigos penales presentes. Y no me refiero precisamente a los de aquella época... Algunos quizás se sigan preguntando aún sobre hechos similares a éste y en circunstancias no reales durante un régimen que contemplaba la pena de muerte -incluso por la simple manifestación de ideologías contrarias al franquismo- al igual que el portugués que tampoco abolió la pena capital y la cadena perpetua hasta 1976 (recordemos que el malogrado suceso tuvo lugar en territorio luso) Asimismo, resulta anedóctico -pero no menos relevante- que el autor del libro antes mencionado contra el Rey, el ex-coronel español -expulsado del ejército en 1990- del Estado Mayor Amadeo Martínez Inglés presentó una denuncia por presunto asesinato al fiscal general de Portugal en 2008 por este famoso siniestro de 1956, solitando una posible o futura inhabilitación de Don Juan Carlos I. Sin embargo, de sobra es conocido que el monarca disfruta de su especial y privilegiada inmunidad, amparada sobre todo también por la norma suprema que es la Constitución Española (eso al menos me enseñaron, aunque con tantas reformas posteriores a 1978...) Además, prevalece con éxito el rumor de que esa arma del delito fue arrojada al mar horas después por su padre el entonces conde de Barcelona que renunció a sus derechos en el trono a favor de su hijo Juan Carlos y residente en Estoril en situación de exiliado político desde 1946. El código penal portugués vigente contempla la pena privativa de libertad para homicidio por negligencia no superior en ningún caso a 5 años. En las actuales España y Portugal prescriben los delitos de este tipo a los 5 años también, por lo tanto el delito por esta causa si se considera imprudente ha caducado históricamente. Desconozco las interrupciones relativas a la prescripción en ambas legislaciones, más aún en estos casos tan especiales...
Alfonso de Borbón y Borbón-Dos Sicilias (su nombre real es mucho más largo, al igual que el bautizado a nuestro rey…) fue enterrado en el cementerio municipal de Cascaes en la subregión de Lisboa pero sus restos yacen actualmente en el Panteón del Monasterio de El Escorial. Juan Carlos se sintió entonces terriblemente afectado hasta el punto de que se planteó recluirse en un monasterio (y no precisamente en el del Escorial) Su tío, Jaime de Borbón, sordo de nacimiento pero inconformista por naturaleza, había renunciado ya a sus derechos naturales de sucesión al trono de España en 1933, solicitó que se abriera una investigación para intentar clarificar todo lo sucedido. Sin embargo, la poderosa influencia y sentido protector sobre la familia real por parte del propio Generalísimo impidió que tales pesquisas se llevaran finalmente a cabo. La monarquía española en régimen franquista permaneció obviamente eclipsada hasta el nombramiento de Don Juan Carlos I de España (¿Qué curso hubiera tomado este país tan especialmente anecdótico –o mediático- si aquella bala se rebelara cambiando de dirección…?) Prosigo como un indirecto conocedor de antemano más, ya que jamás existió la merecedora autopsia y esa necesaria prueba del posible delito desapareció porque el caudillo ordenó censurar hasta el más mínimo detalle…
Asimismo y si con todo esto fuera poco, Portugal se regía todavía por la larguísima dictadura de António Salazar (poco militar en la forma inteligente de gobernar en comparación con Franco, pero igualmente conservador y ultracatólico) que mantenía una estrecha relación de conveniencia diplomática con el temible Jefe de Estado español. Por cierto, antes que nada, sepan además queridos lectores democráticos que no me gustan en absoluto las llamadas intrigas palaciegas (nunca mejor dicho) ni maldita la ilusión pues este acontecimiento en realidad quedó ya prescrito en el olvido o archivado como un episodio más dentro de la vieja historia de España (por ahora...) Saquen ustedes mismos sus propias conclusiones pues aún sigue dando tela para rato...
En fin, resta que la última de las teorías poco menos que creíble habla de un posible suicidio. No lo sé, pero supongo al igual que ustedes que no… Ni yo ni nadie estuvimos allí para presenciar como testigos honorables lo que realmente sucedió, a excepción del futuro sucesor de la corona para juzgar con justo juicio. Por lo tanto, únicamente lo sabe con certeza el monarca para el cual reina por supuesto también su correspondiente presunción de inocencia... Pero desde luego sí podemos atrevernos a decir algo: Aunque las armas las carga el diablo las puede manejar en cambio la misma torpeza… y no me gustaría que se cumpliera esa antigua máxima profética de "quien a hierro mata a hierro morirá..." (esto lo dijo el mismísimo Señor Jesucristo que desde luego no tenía ni un pelo de tonto )
                                                                                                                    Solramus


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